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S. XVII: CAMBIO DEL EQUILIBRIO PENINSULAR: SE IMPONDRA LA PERIFERIA AL CENTRO


“¿No será también la decadencia una crisis de cambio de equilibrio? Del siglo XV al XVII las provincias centrales no sólo han desempeñado función directora, sino que han tenido una población y una producción superiores, un puesto dominante demográfica y económicamente. Esa concordancia entre la voluntad política del centro y su fuerza verdadera es un momento excepcional. Pero las debilidades geográficas y la herencia del pasado conducen, después de un triunfo brillante, a una caída que alcanza a todo el país, en tanto que las partes periféricas no han compensado los efectos de su decadencia del siglo XV. Por el contrario, dichas regiones (Cataluña, sobre todo) han sufrido menos de las causas generales de decadencia: emigración, alza de precios, «hidalguismo» en la sociedad, ruina por la burocracia y el impuesto, y tienden a heredar, desde finales del siglo XVI, sobre el eje Barcelona-Génova, la corriente de circulación monetaria Castilla-Flandes, interrumpida por la lucha contra Inglaterra y los Países Bajos. En el siglo XVIII se revelarán como las más aptas para renacer. Y así se establecerá un nuevo equilibrio, en que, hasta nuestros días, la demografía y la economía estarán en favor de la Iberia marítima. ¿Se encontrará una fórmula para asociar esta actividad dominante a la voluntad persistente de dirección que se manifestará en Madrid? Ese problema será uno de los más importantes para el nuevo período: la época de los problemas contemporáneos.”
Pierre Vilar, historiador

ACTIVIDADES:
1. Explica ampliamente qué idea plantea el texto
2. ¿Va a suponer este cambio algún problema para el país?
3. ¿Se pueden extender las reflexiones del texto hasta la actualidad? Razónalo

LA SITUACIÓN SOCIOECONÓMICA DEL DIECISIETE


“Las finanzas se hallan en tan deplorable estado que gran parte de la renta del país se pide adelantada a banqueros y prestamistas y se gasta antes de recaudarse. Y, sin embargo, el lujo y el derroche no se frenan…
Ninguna otra potencia del mundo tiene tantas oportunidades para el comercio… pero otras naciones se aprovechan de ello, por el descuido en que aquí se tiene la agricultura, la negligencia del Gobierno la desidia de todos los españoles. […] La industria más floreciente de todas es la de las pañerías de Segovia, Cuenca y Sigüenza, pero sus productos son burdos, otros países abastecen a España con enormes cantidades. Los holandeses y los ingleses sacan de ella la lana en bruto.”
“El medio dado de que V.M. mande vedar sacar materiales podría ser dañoso si los extranjeros buscasen materiales de otras partes y los trajesen acá labrados: y así es único y sólo remedio de España vedar entrar en España ninguna mercadería labrada […]
La ociosidad, y la holgazanería, es vicio de los españoles bien conocido de extranjeros, y ellos […] traen todo lo necesario hecho, de modo que no hay ya en qué trabajar […]. A este intento se debe vedar sacar los materiales y entrar las mercaderías labradas, porque no entrando en España otras, ni teniendo los materiales otro gasto, se labren.”

S. de Moncada, Restauración política de España, 1619

“La causa de esta despoblación nace de las demasiadas cargas y tributos impuestos sobre los vasallos de V.M., los cuales, viendo que no los pueden soportar, es fuerza que hayan de desamparar sus hijos y mujeres y sus casas, por no morir de hambre en ellas, e irse a las tierras donde esperan poder sustentarse.”
Consejo de Castilla, 1618
ACTIVIDADES:
1. Realiza un comentario sobre la situación socioeconómica del Diecisiete, basándote en los documentos anteriores.
A partir de estos tres textos, explica la situación de la economía española en el siglo XVII

UNA ESPAÑA DE PÍCAROS Y MENDIGOS.



[...] y por evitar peligro y quitarse de malas lenguas, se fue a servir a los que al presente vivían en el mesón de la Solana; y allí, padeciendo mil importunidades, se acabó de criar mi hermanico hasta que supo andar, y a mí hasta ser buen mozuelo, que iba a los huéspedes por vino y candelas y por lo demás que me mandaban. En este tiempo vino a posar al mesón un ciego, el cual, pareciéndole que yo sería para adestralle, me pidió a mi madre, y ella me encomendó a él, diciéndole como era hijo de un buen hombre, el cual por ensalzar la fe había muerto en la de los Gelves, y que ella confiaba en Dios no saldría peor hombre que mi padre, y que le rogaba me tratase bien y mirase por mí, pues era huérfano. Él le respondió que así lo haría, y que me recibía no por mozo sino por hijo. Y así le comencé a servir y adestrar a mi nuevo y viejo amo.

El Lazarillo de Tormes

LA PROTECCIÓN DE LA INDUSTRIA 1619


El medio dado de que V. M. mande vedar sacar materiales podría ser dañoso si los extranjeros buscasen materiales de otras partes y los trajesen acá labrados: y así es único y solo remedio de España vedar entrar en España ninguna mercadería labrada. [...] La ociosidad, y la holgazanería, es vicio de los españoles bien conocido de extranjeros, y ellos [...] traen todo lo necesario hecho, de modo que no hay ya en qué trabajar [...]. A este intento se debe vedar sacar los materiales y entrar las mercaderías labradas, porque no entrando en España otras, ni teniendo los materiales otro gasto, se labren. [...] Digo que caso que, V. M. no se resuelva a vedar las mercaderías extranjeras, es suave modo de vedarlas cargarles tan grandes alcabalas que no se gasten de caras, y lo mismo a los materiales que quieran sacar de España [...].

S. de Moncada, Restauración política de España, 1619

LA ENDOGAMIA ACABÓ CON LOS AUSTRIAS

Retrato de Carlos II realizado hacia 1685 por el pintor Juan Carreño de Miranda. (Foto: El Mundo)
- Los matrimonios emparentados durante generaciones provocaron alteraciones genéticas
- Carlos II sufrió esa situación en forma de diversas enfermedades como la hidropesía
Carlos II, el Hechizado, fue el último rey de la dinastía de los Habsburgo que gobernó en España y su muerte en 1700 dejó paso a los Borbones. Se dice de él que era impotente (murió sin descendencia tras dos matrimonios), eyaculador precoz, de constitución débil y corta estatura; padecía diarreas y vómitos frecuentes y tenía aspecto de anciano cuando murió con sólo 39 años. Investigadores gallegos acaban de demostrar que las relaciones de consanguinidad pudieron ser la causa de la extinción de la casa de Austria y de los males del monarca.

La dinastía de los Habsburgo gobernó en nuestro país entre 1516 y 1700. Precisamente su empeño en esos dos siglos por mantener el poder en el seno de la familia a base de matrimonios entre parientes directos pudo ser la causa de su desaparición; según explican en la revista 'PLoS ONE' investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela y la Fundación Pública Gallega de Medicina Genómica.

Para su estudio, los genetistas Gonzalo Álvarez y Francisco Ceballos y la doctora Celsa Quinteiro han repasado el árbol genealógico de más de 3.000 individuos a lo largo de 16 generaciones; incluido el propio Carlos II, descendiente de tres generaciones de abuelos con siete matrimonios consanguíneos (la mayoría entre tíos y sobrinos o primos carnales). Su propio padre, Felipe IV, se casó con su sobrina carnal Mariana; hija del matrimonio compuesto por Fernando III y su prima María Ana.

Para cada individuo, los investigadores calcularon un coeficiente de endogamia; un valor matemático que indica la probabilidad de que dos genes sean idénticos por descendencia. Es decir, si una persona hereda una copia de cada gen de su padre y otra de su madre; en los hijos de parientes cercanos existe la probabilidad de que ambas copias heredadas sean iguales.
Similar a un incesto

En el árbol genealógico de los Austrias, Carlos II (seguido de cerca por su abuelo paterno, Felipe III) fue el sujeto con un peor coeficiente de endogamia. "El rey tenía un coeficiente del 25%, que equivale al que tendría un individuo fruto de un incesto entre hermanos o entre padres e hijos", explica Gonzalo Álvarez, que tuvo la idea de indagar en esta cuestión mientras preparaba una clase de genética evolutiva para sus alumnos de Santiago.

Ese 25% significa que una cuarta parte de su genoma era homocigoto; es decir, "que las secuencias en un cromosoma [el heredado del padre] y el otro [por vía materna] eran idénticos". Esta circunstancia ya se había relacionado hasta ahora con la susceptibilidad de un individuo a padecer diversas enfermedades; "pero nunca había visto ningún caso con un índice tan elevado", explica el investigador, que insiste en que su trabajo sólo confirma desde el punto de vista genético lo que los historiadores ya decían desde hace tiempo.

De hecho, Álvarez explica que aunque la endogamia es frecuente entre tribus actuales de África y Asia, como lo fue también entre los egipcios y otras realezas europeas (como los Borbones), es difícil que alcanzase un índice de consanguinidad tan elevado como Carlos II. "Porque la suya es una situación heredada tras los matrimonios familiares que se sucedieron durante generaciones y generaciones. Es lo que se llama una consanguinidad remota".

Sabiendo que esa homocigosis le hacía muy susceptible a ciertas enfermedades hereditarias, la doctora Quinteiro repasó todas las manifestaciones clínicas del débil monarca (muchos de ellos a través de los retratos que los mejores artistas de la época dejaron de él) para tratar de dar con las patologías que podrían estar detrás de sus padecimientos. "La deficiencia de hormonas pituitarias y la acidosis tubular renal, dos enfermedades causadas por genes recesivos, nos permiten explicar más del 90% de los síntomas que padecía Carlos II", explica Álvarez, "pero no deja de ser algo especulativo. Una hipótesis".

El arte, aliado de la genética en este caso, ha retratado a varios de los infantes de los Austrias (que sufrían una mortalidad infantil mayor que la media de su época) cubiertos de amuletos y símbolos de buena suerte para protegerles de los malos espíritus. "Ellos eran conscientes de que pasaba algo y por eso trataban de protegerles desde niños", concluye el profesor.

VISIONES SOBRE CARLOS II, EL FIN DE LA DINASTÍA DE LOS AUSTRIAS

Desde su nacimiento, las principales cancillerías europeas especularon con la posibilidad de la muerte prematura de aquel débil personaje. Con todo, llegó a vivir casi treinta y nueva años.
Carlos II ha pasado a la historia con el apelativo de El Hechizado. La idea del hechizamiento aparece por primera vez en tiempo de Valenzuela (valido de cuyos méritos ya hemos hablado en clase), poco después de la mayoría de edad del rey y la propala el grupo de aristócratas encabezados por don Juan José de Austria. En 1692 se sabe que el sastre de la reina fue encarcelado por la Inquisición acusado de coser pesas de plomo en las mangas de un traje.
Con cerca de veinte años, conservamos la descripción que hizo de él el nuncio pontificio: El rey es más bien bajo, flaco, no mal formado, feo de rostro; tiene el cuello largo, la cara larga, la barbilla larga y como encorvada hacia arriba; el labio inferior típico de los Austrias; ojos no muy grandes, de color azul turquesa y cutis fino y delicado. Mira con expresión melancólica y un poco asombrada. El cabello es rubio y largo y lo lleva peinado para atrás, de modo que las orejas quedan al descubierto. No se puede enderezar su cuerpo sino cuando camina, a menos de arrimarse a una pared, una mesa u otra cosa. Su cuerpo es tan débil como su mente (...) Se puede hacer con él lo que se desee, pues carece de voluntad propia.

Como ha escrito Henry Kamen la mala salud de Carlos II sin duda le granjeó una gran simpatía pública; pero a medida que fue avanzando su reinado, su incompetencia y su incapacidad fueron dando lugar al desprecio público indisimulado, especialmente en Madrid. Los castellanos políticamente conscientes, deseando dar con un gobernante más competente, se sintieron irresistiblemente inclinados a apoyar un sucesor procedente de la monarquía más poderosa de Europa, Francia. La cuestión sucesoria (...) quedó claramente planteada tras dos matrimonios estériles. Carlos no tenía el menor deseo de casarse y parece que hubiera preferido una vida de devoto celibato; sólo la necesidad de un heredero y los indiscutibles encantos de su primera esposa, María Luisa de Orleans, lo conquistaron. La impotencia del rey, según el testimonio directo y concorde de sus dos esposas, no era física: podía realizar el coito pero no fecundar.


En relación a las dos esposas de Carlos II, y en particular a su "obligación" como reinas de proveer a la Monarquía de un heredero, escribe Rosa María Alabrús La reina María Luisa (de Orleans, por lo tanto de origen francés) murió en febrero de 1689 tras la consiguiente frustración por no haber podido conseguir un heredero. La desilusión popular quedaba patente en esta estrofa:

Parid, bella flor de lis
En fortuna tan extraña
Si parís, parís a España
Si no parís, a París.

La nueva reina fue Mariana de Neoburgo, casada con Carlos II en 1689. La reina era una alemana, rubia, que hablaba castellano -lo contrario que la anterior mujer María Luisa, que se comunicaba con el rey a través de Villars.

Antonio Domínguez Ortiz ha escrito sobre la situación en la España de Carlos II: Ni se podía ni se querían exigir más sacrificios de un pueblo agotado, y en consecuencia, el estado español en la época de Carlos II no tenía Ejército, no tenía Marina y sus recursos hacendísticos habían descendido a tan bajo nivel que en los últimos años del reinado fue preciso renunciar a llevar una contabilidad regular basada en previsiones normales de ingresos y gastos.

Como epílogo al tema, de nuevo acudamos al propio Domínguez Ortiz ha descrito bien la sensación de hundimiento inmovilista de los hombres del fin del siglo XVII: (...) porque una de las cosas que se deduca del examen de los documentos de la época es que aquellos hombres, más que dirigir los acontecimientos se vieron arrastrados por ellos. Se vivía al día, se trataba de resolver las dificultades del momento aplazando cualquier solución definitiva. Más de una vez, al margen de una consulta en la que se indicaban los daños que produciría una medida determinada, el rey anotaba : Tenéis razón en lo que decís, pero los agobios no permiten hacer otra cosa.
FUENTE: Rosa Mª Alabrús, El reinado de Carlos II,
en Historia de España.Siglos XVI y XVII,
Ricardo García Cárcel Coord. (Adaptación)