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EL CANAL DE CASTILLA



Con la ayuda del vídeo y los textos proporcionados, debes elaborar un breve informe sobre el Canal de Castilla en el que incluyas imágenes ilustrativas de todos los aspectos tratados. Para ello, puedes ampliar información con la siguiente web y basarte en este esquema inicial:

  1. ¿Qué es el Canal de Castilla?
  2. ¿Para qué se creó?
  3. ¿En qué reinados se creó y quiénes fueron sus protagonistas más significativos?
  4. ¿Qué crees que hubiera sucedido de haberse concluido?
  5. ¿Qué otros proyectos se llevaron a cabo para comunicar la Meseta Norte?




COLECCIÓN DE TEXTOS PARA TRABAJAR LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA



EJERCICIOS PARA RESOLVER EN EL BLOG


1. SINTETIZA LAS IDEAS PRINCIPALES DE LOS TEXTOS 1, 2, 3 Y 5. CONTEXTUALIZA DICHAS IDEAS CON LA TEORÍA VISTA EN CLASE.

2. RESPONDE: ¿CREES QUE ALGUNO DE DICHOS PLANTEAMIENTOS TIENE VIGENCIA HOY EN DÍA? ¿ENCUENTRAS ALGÚN PARALELISMO?.

3. ELIGE ENTRE EL TEXTO 4 O EL 6, Y REALIZA UN BREVE RESUMEN DEL MISMO, INTRODUCIENDO TU OPINIÓN PERSONAL AL RESPECTO.


1. La crítica hacia la nobleza en la obra de Cadalso.

CARTA XII
En Marruecos no tenemos idea de lo que por acá se llama nobleza hereditaria, con que no me entenderías si te dijera que en España no sólo hay familias nobles, sino provincias que lo son por heredad. Yo mismo que lo estoy presenciando no lo comprendo. Te propondré un ejemplo práctico, y lo entenderás menos, como sucede ; y si no, lee :

Pocos días ha, pregunté si estaba el coche pronto, pues mi amigo Nuño estaba malo y yo quería visitarle. Me dijeron que no. Al cabo de media hora, hice igual pregunta, y hallé igual repuesta. Pasada otra media, pregunté, y me respondieron lo propio, y de allí a poco me dijeron que el coche estaba puesto, pero que el cochero estaba ocupado. Indagué la ocupación al bajar las escaleras, y él mismo me desengañó, saléndome al encuentro y diciéndome :

Aunque soy cochero, soy noble. Han venido unos vasallos míos, y me han quirido besar la mano para levar este consuelo a sus casas ; con que por eso me he detenido, pero ya despaché. ¿ Adónde vamos? Y al decir esto, montó en la mula y arrimó el coche.


CARTA XIII

Instando a mi amigo cristiano a que me explicase qué es la nobleza hereditaria, después de decirme mil cosas que yo no entendí, mostrarme estampas que me parecieron de magia, y figuras que tuve por capricho de algún pintor demente, y depués de reírse conmigo, de muchas cosas que decíase muy repetables en el mundo, concluyó con estas voces, interrumpidas con otras tantas carcajadas de risa : Nobleza hereditaria es la vanidad que yo fundo en que ochocientos años antes de mi nacimiento muriese uno que se llamó como yo me llamo, y fue hombre de provecho, aunque yo sea inútil para todo.

José Cadalso, Cartas Marruecas, Castalia, Madrid, 1988

2. El atraso científico en España, según el padre Feijoo

"No es una sola, señor mío la causa de los cortísimos progresos de los Españoles en las Facultades expresadas, sino muchas; y tales, que aunque cada una por sí sola haría poco daño, el complejo de todas forman un obstáculo casi absolutamente invencible.

La primera es el corto alcance de algunos de nuestros Profesores. Hay una especie de ignorantes perdurables, precisados a saber siempre poco, no por otra razón, sino porque piensan que no hay más que saber que aquello poco que saben.[...]



La segunda causa es la preocupación, que reina en España contra toda novedad. Dicen muchos, que basta en las doctrinas el título de nuevas para reprobarlas, porque las novedades en punto de doctrina son sospechosas, esto es confundir a Poncio de Aguirre con Poncio Pilatos. Las doctrinas nuevas en las Ciencias Sagradas son sospechosas, y todos lo que con juicio han reprobado las novedades doctrinales, de estas han hablado. Pero extender esta ojeriza a cuanto parece nuevo en aquellas Facultades, que no salen del recinto de la Naturaleza, es prestar, con un despropósito, patrocinio a la obstinada ignorancia."

Fr. Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro, 1745


3. Crítica al Antiguo Régimen


Yo comparo nuestra monarquía (...) a una casa vieja sostenida a fuerza de remiendos, que los mismos materiales que se pretende compner un lado, derriban el otro, y sólo se puede enmendar echándola a tierra y reedificándola de nuevo, lo cual enla nuestra es moralmente imposible, pues como un día me dijo el señor conde de Floridablanca: Para hacer cada cosa buena, es necesario deshacer cuatrocientas malas.

León de Arroyal, Cartas político-económicas al Conde de Lerena, 1787 y 1790


4. El padre Feijoo y la reforma universitaria ilustrada

Los puntos principales que expone Feijoo en diferentes lugares de su obra, sobre las reformas que debían establecerse en la universidad española fueron los siguientes, a juicio del profesor Alvarez de Morales:

1) Introducción de un nuevo método de estudio que significara la abolición del método de estudiar por "dictados" y su sustitución por unos libros de texto para cada asignatura. Varios beneficios consideraba el fraile benedictino que se sacarían de esta reforma: se ahorraría mucho tiempo, no teniendo que copiar tantas cosas, se podrían explicar más temas y con más extensión y se lograría enseñar una mejor doctrina científica, o incluso la mejor, pues, como es natural, se buscaría como texto el del autor más competente en la materia.
La principal dificultad del nuevo método la veía el propio Feijoo en la falta de esos cursos adecuados para la enseñanza, pues como consecuencia de haber imperado durante tantos años en la universidad española el sistema de dictados, los catedráticos, desde hacía muchas generaciones, habían abandonado este trabajo científico. El remedio sería obligarles a que se dedicaran a realizar tal tarea, como habían empezado ya a hacer los jesuitas en algunos de los establecimientos docentes que dirigían, viniendo así a reconocer implícitamente que el nivel científico de éstos era superior al del resto del país.

"Duélome del tiempo que se pierde en la lectura de las materias, tanto filosóficas, como Teológicas; y aún más en las de las segundas, que de las primeras. ¿Qué quiero decir? ¿Qué la lecura, como tal, es inútil? Nada menos. No sólo la juzgo utilísima, sino indispensablemente necesaria. Culpo los accidentes, no la substancia; no la entidad, sino el modo. No digo, que se pierde todo el tiempo, que se emplea en la lectura, sino buena parte de él. Ni tampoco esta censura comprende a todos los Maestros, sino a algunos, aunque no muy pocos."

Teatro crítico universal, tomo VIII, discurso III, "Dictado de las Aulas"

Para mayor inutilidad del método de impartir las clases, critica que el método de aprendizaje sea únicamente la memorización de textos en vez del análisis y comprensión de los mismos, con lo que no se consigue sino aumentar la pérdida de tiempo:

"Fuera del gran daño, que en la lectura de las Aulas ocasiona la prolijidad de los Maestros, resta otro, no sé si mayor, por el uso que obligan a hacer de ella a los Discípulos, precisándolos a mandarla a la memoria, y dar cuenta de ella palabra por palabra, y letra por letra, como va escrito. ¡Qué dispendio de tiempo tan lamentable! ".

Un tema más actual del que sería deseable; no están lejos los tiempos en que, en aulas universitarias, la única manera de aprobar era aprendiéndose los "apuntes" de las asignaturas, previamente reproducidos en copistería (lo digo por experiencia). Una de las razones por las que el pensamiento de Feijoo me resulta tan actual, a pesar de haberse formulado a mediados del XVIII: Nihil novum sub sole.

Por más añadidura, Feijoo ataca el método escolástico imperante en la enseñanza universitaria, por considerar inútil tantos silogismos y discusiones filosóficas sobre entelequias, lo que hoy diríamos "discutir el sexo de los ángeles". El benedictino cree más importante la formación de la capacidad analítica del alumno, sobre todo en carreras delicadas como la Medicina:

"Otro principio hay de hacer las cuestiones prolijas, y esto sin que lo adviertan sus mismos Autores, que es la introducción de mucha forma Escolástica en ellas. Es cierto, que las pruebas, argumentos, y respuestas, que extendidos en forma Escolástica ocupan dos pliegos, reducidos a materia limpia, y clara, no llenarán, ni aún dos planas."

2) Antes de que empiecen a extenderse las doctrinas económicas de fisiócratas y populaciones en nuestro país, Feijoo ya expone un concepto clasista y restringido de la Universidad. Para él era un gran mal que llegaran a los estudios superiores tanta gente que no reunía las condiciones necesarias para ello, como estaba ocurriendo; harían mucho mejor dedicándose a la agricultura o a la industria. Para lograr la reducción del alumnado universitario proponía una medida drástica, "arrojar de la Escuela a los ineptos" mediante el establecimiento de un visitador o examinador, "señalado por el príncipe o por el Supremo Senado", consecuencia de la necesaria centralización de la universidad en el Estado, que también exponía Feijoo, el cual todos los años tendría por misión hacer una criba entre todos aquellos que se presentaran a matricularse en la Universidad, no admitiendo a los zotes.

"Conviniera mucho al Público, que en cada Universidad hubiese un Visitador, o Examinador, señalado por el Príncipe, o por el Supremo Senado, que informándose cada año de los que son aptos, o ineptos para las Letras, purgase de estos las escuelas. Con este arbitrio habría más gente en la República para ejercer la Artes Mecánicas, y las Ciencias abundarían de más floridos Profesores; pues se ve a cada paso, que al fin algunos de los zotes, a fuerza de favores, quitan el empleo de Magisterio a algunos beneméritos; lo que no podría suceder, si con tiempo los retirasen de la Aula, como a los inválidos de la Milicia."
Teatro crítico universal, tomo VIII, discurso III

3) Introducción en la universidad de todos aquellos estudios que hasta ese momento permanecían fuera de ella: Física, Astronomía, Botánica, Historia Natural, pues eran los libros sobre estas ciencias los que se debían leer, y atacaba con redoblada energía a aquellos que le habían reprochado que él no se hubiera dedicado a escribir de Teología.

"¡Oh, cuántas impertinencias he tenido yo que sufrir a estos sicofantes! ¡Cuántas veces se me ha repetido, que pudiera, y debiera emplear la pluma en asuntos más útiles! ¿Y cuáles son esos asuntos más útiles? Son, según ellos quieren dar a entender, la Teología Escolástica, la Moral, la Expositiva. ¿Y ésos son asuntos más útiles? Distingo: absolutamente hablando, y prescindiendo de las circunstancias de tiempo, regiones: y otras, lo concedo: contrayendo la proposición a las circunstancias en que nos hallamos, lo niego. Explícome. Yo escribo principalmente para España. ¿Y qué es más útil para España? ¿Escribir sobre aquellas Facultades, en las cuales está llena de muchos, y muy excelentes Autores? ¿Quién lo dirá? ¿Para qué llevar agua a la mar? ¿O escribir aquello, en que España está pobrísima de Autores, y noticias? Esto sí que le puede ser, y en efecto le es muy útil."


Cartas eruditas, tomo III, Carta XXXI, 19

Le parecía tan difícil la introducción de estos nuevos estudios en la Universidad que proponía la creación de unas Academias científicas bajo la protección regia, como única forma para conseguir que arraigasen estos estudios en el país, y propone de modo especial la creación de una en Madrid, a imitación de la de París, pues
"ésta daría el tono a todo el Reyno en orden a la elección de estudios civiles: excitaría los ingenios capaces: los dirigiría con los escritos que fuesen produciendo así el cuerpo de la Academia, como los particulares de ella".

También llama la atención de Feijoo la Academia de Berlín, y halaga al rey de España, diciendo que si aquella Academia fue posible gracias al apoyo del rey de Prusia, nosotros podríamos conseguir algo mucho mejor si se contara con el apoyo de nuestro rey.

"Y bien: si se ha de creer a estos Aristarcos, ni se han de admitir a Galileo los cuatro Satélites de Júpiter; ni a Huyghens, y Casini los cinco de Saturno; ni a Vieta la Algebra Especiosa; ni a Nepero los Logaritmos; ni a Harveo la circulación de la sangre: porque todas estas son novedades en Astronomía, Aritmética, y Física, que ignoró toda la Antigüedad, y que no son de data anterior a la nueva Filosofía. Por el mismo capítulo se ha de reprobar la inmensa copia de Máquinas, e Instrumentos útiles a la perfección de las Artes, que de un siglo a esta parte se han inventado. Vean estos señores a qué extravagancias conduce su ilimitada aversión a las novedades."

Cartas eruditas y curiosas, tomo II, carta XVI: Causas del atraso que se padece en Españaen orden a las Ciencias Naturales


4) De esto último podemos ya deducir que en el pensamiento de Feijoo la reforma de la enseñanza va íntimamente unida a la intervención del Estado en esta cuestión, intervención que ve necesaria, más que como consecuencia de un planteamiento ideológico, como el instrumento insustituible que hiciera posible las reformas, ya que, ante la resistencia que prevé, el poder del Estado aparece como el único capaz de vencerla.

Pero, Excelentísimo Señor, ni de mis declamaciones, ni de las de otro algún particular creo se puede esperar mucho fruto, en orden a introducir, y extender el conocimiento de las Ciencias, y Artes útiles, de que en España hay tan escasa noticia. Es menester buscar más arriba el remedio, y subir hasta el Trono del Monarca para hallarle. ¿Y cuál es éste? La erección de Academias Científicas debajo de la protección Regia; por lo menos de una en la Corte, a imitación de la Real de las Ciencias de París."

Cartas eruditas, tomo III, Carta XXXI, in fine

Puedes encontrar el contenido del texto 4 en http://personal.us.es/alporu/historia/feijoo.htm


5. La educación, fuente de prosperidad según Jovellanos


¿Es la instrucción pública el primer origen de laproperiddad social? Sin duda. Ésta es una verdad no bien reconocida todavía, o por lo menos no bien apreciada; pero es una verdad. La razón y la experiencia hablan en su apoyo.

Las fuentes de laproperidad social son muchas; pero todas nacen de un mismo origen, y este origen es la instrucción pública. Ella es la que las descubrió, y a ellas todas están subordinadas. La instrucción remueve os obstáculos que pueden obstuir o extraviar sus aguas. Ella es la matriz, el primer manantial que abastece estas fuentes. Abrir todos sus senos, aumentarle, conservarle es el primer objeto de la solicitud de un buen gobierno, es el mejor camino para llegar a la prosperidad. Con la instrucción todo se mejora y florece; sin ella, todo decae y se arruina un Estado.

Gaspar Melchor de Jovellanos, Memoria sobre Educación Pública (1802)


6. Informe sobre la Ley Agraria. Gaspar Melchor de Jovellanos



Estorbos (sic) físicos ó derivados de la naturaleza

Aunque el oficio de labrador es luchar á todas horas con la naturaleza, que de suyo nada produce sino maleza y que solo da frutos sazonados á fuerza de trabajo y cultivo, hay sin embargo en ella obstáculos tan poderosos que son insuperables á la fuerza de un individuo, y de los cuales solo pueden triunfar las fuerzas reunidas de muchos. La necesidad de vencer esta especie de estorbos, que acaso fué la primera á despertar en los hombres la idea de un interés común y á reunirlos en pueblos para promoverlo, forma todavia uno de los primeros objetos y señala una de las primeras obligaciones de toda sociedad política.

Sin duda que á ella debe la naturaleza grandes mejoras. á doquiera que se vuelva la vista se ve hermoseada y perfeccionada por la mano del hombre. Por todas partes descuajados los bosques, ahuyentadas las fieras, secos los lagos, acanalados los rios, refrenados los mares, cultivada toda la superficie de la tierra y llena de alquerías y aldeas y de bellas y magníficas poblaciones, se ofrecen en admirable espectáculo los monumentos de la industria humana y los esfuerzos del interés común para proteger y facilitar el interés individual.

Sin embargo, ya hemos advertido que no se hallará nacion alguna, aun entre las mas cultas y opulentas, que haya dado á este objeto toda la atencion que se merece. Aunque es cierto que todas lo han promovido mas ó menos, en todas queda mucho que hacer para remover los estorbos físicos que retardan su prosperidad, y acaso no hay una señal menos equívoca de los progresos de su civilizacion que el grado á que sube esta necesidad en cada una. Si la Holanda, cuyas mejores poblaciones están colocadas sobre terrenos robados al Océano y cuyo suelo cruzado de innumerables canales, de estéril é ingrato que era se ha convertido en un jardin continuado y lleno de amenidad y abundancia, ofrece un grande ejemplo de lo que pueden sobre la naturaleza el arte y el ingenio, otras naciones, favorecidas con un clima mas benigno y un suelo mas pingüe, presentan en sus vastos territorios, ó inundados ó llenos de bosques y maleza, ó reducidos á páramos incultos y abandonados á la esterilidad, otro no menos grande de su indolencia y descuido.

Sin traer, pues, á tan odiosa comparacion las naciones de la tierra, pasará la Sociedad á indicar los estorbos físicos que retardan en la nuestra la prosperidad del cultivo, y á presentar á la atencion de Vuestra Alteza un objeto tan importante y tan sabiamente recomendado por nuestras leyes37.

A dos clases se pueden reducir estos estorbos: unos que se oponen directamente á la extension del cultivo; otros que, oponiéndose á la libre circulacion y consumo de sus productos, causan indirectamente el mismo efecto. En los primeros se detendrá muy poco la Sociedad, no porque falten lagunas que desaguar, rios que contener, bosques que descepar y terrenos llenos de maleza que descuajar y poner en cultivo, sino porque esta especie de estorbos están á la vista de todo el mundo, y los clamores de las provincias los elevan frecuentemente á la suprema atencion de Vuestra Alteza. Sin embargo, dirá alguna cosa acerca de los riegos, que pertenecen á esta clase y son dignos de mayor atencion.

- I-
Falta del riego

Dos grandes razones los recomiendan muy particularmente á la autoridad pública: su necesidad y su dificultad. Su necesidad proviene de que el clima de España en general es ardiente y seco, y es grande por consiguiente el número de tierras que por falta de riego ó no producen cosa alguna ó solo algun escaso pasto. Si se exceptúan las provincias septentrionales, situadas en las haldas del Pirineo, y los territorios que están sobre los brazos derivados de él y tendidos por lo interior de España, apenas hay alguno en que el riego no pueda triplicar las producciones de su suelo, y como en este punto se repute necesario todo lo que es en gran manera provechoso, no hay duda sino que el riego debe ser mirado por nosotros como un objeto de necesidad casi general.
Pero la dificultad de conseguirlo lo recomienda mucho mas al celo de Vuestra Alteza. Donde los rios corren someros, donde basta hacer una sangria en la superficie de la tierra para desviar sus aguas é introducirlas en las heredades, como sucede, por ejemplo, en las adyacentes á las orillas del Esla y el Órbigo y en muchos de nuestros valles y vegas, no hay que pedir al gobierno este beneficio. Entonces, siendo accesible á las fuerzas de los particulares, debe quedar á su cargo, y sin duda que los propietarios y colonos lo buscarán por su mismo interés siempre que lo protejan las leyes, siendo máxima constante en esta materia que la obligacion del gobierno empieza donde acaba el poder de sus miembros.

Pero fuera de estos felices territorios, el riego no se podrá lograr sino al favor de grandes y muy costosas obras. La situacion de España es naturalmente desigual y muy desnivelada. Sus rios van por lo común muy profundos y llevan una corriente rapidísima. Es necesario fortificar sus orillas, abrir hondos canales, prolongar su nivel á fuerza de esclusas ó sostenerlo levantando los valles, abatiendo los montes ú horadándolos para conducir las aguas á las tierras sedientas. La Andalucia, la Extremadura y gran parte de la Mancha, sin contar con la corona de Aragón, están en este caso, y ya se ve que tales obras, siendo superiores á las fuerzas de los particulares, indican la obligacion y reclaman poderosamente el celo del gobierno.

Debe notarse también que esta obligacion es mas ó menos extendida según el estado accidental de las naciones. En aquellas que se han enriquecido extraordinariamente, donde el comercio acumula cada dia inmensos capitales en manos de algunos individuos, se ve á éstos acometer grandes y muy dispendiosas empresas, ya para mejorar sus posesiones ó ya para asegurar un rédito correspondiente al beneficio que dan á las ajenas. Entonces se emprenden como una especulacion de comercio, y el gobierno nada tiene que hacer sino animarlas y protegerlas. Pero donde no hay tanta riqueza, donde es mayor la extension y mas los objetos del comercio que los fondos destinados á él, donde á cada capital se presenta un millon de especulaciones mas útiles y menos arriesgadas que tales empresas, como sucede entre nosotros, es claro que ningún particular las acometerá y que la nacion carecerá de este beneficio si no las emprendiere el gobierno.

Mas si su celo es necesario para emprenderlas, también lo será su sabiduria para asegurar su utilidad; siendo imposible hacerlas todas á la vez, es preciso emprenderlas ordenada y sucesivamente, y como tampoco sea posible que todas sean igualmente necesarias ni igualmente provechosas, es claro que en nada puede brillar tanto la sabia economia de un gobierno como en el establecimiento del órden que debe preferir unas y posponer otras.

La justicia reclama el primer lugar para las necesarias hasta que, habiéndolas llenado, entren á ser atendidas y graduadas las que solo están recomendadas por el provecho. Basta reflexionar que el objeto de las primeras es remover los estorbos que se oponen á la subsistencia y multiplicacion de los miembros del Estado situados en un territorio menos favorecido de la naturaleza, y el de las segundas los que se oponen al aumento de la riqueza de los que están en situacion mas ventajosa, para inferir que la equidad social llama la atencion pública antes á las primeras que á las segundas. Y esta advertencia es tanto mas precisa cuanto mas expuesta se halla su observancia al influjo de la importunidad de los que piden y de la predileccion de los que acuerdan tales obras. Por lo mismo le servirá de guia á la Sociedad en cuanto dijere acerca de la segunda clase de estorbos físicos, de que va á hablar ahora.

Cuando se hayan removido los que impiden directamente la extension del cultivo de un país, su atencion debe volverse á los que impiden indirectamente su prosperidad, los cuales de parte de la naturaleza no pueden ser otros que los que se oponen á la libre y fácil comunicacion de sus productos, porque si el consumo, como ya hemos sentado, es la medida mas cierta del cultivo, ningún medio será tan conducente para aumentar el cultivo como aumentar las proporciones y facilidades del consumo.


-II-
Falta de comunicaciones

La importancia de las comunicaciones interiores y exteriores de un país es tan notoria y tan generalmente reconocida que parece inútil detenerse á recomendarla; pero no lo será demostrar que aunque sean necesarias para la prosperidad de todos los ramos de industria pública, lo son en mayor grado para la del cultivo. Primero, porque los productos de la tierra, generalmente hablando, son de mas peso y volumen que los de la industria, y por consiguiente de mas difícil y costosa conduccion. Esta diferencia se hallará con solo comparar el valor de unos y de otros en igualdad de peso, y resultará que una arroba de los frutos mas preciosos de la tierra tiene menos valor que otra de las manufacturas mas groseras. La razon es porque los primeros no representan por lo común mas capital que el de la tierra ni mas trabajo que el del cultivo que los produce, y las segundas envuelven la misma representacion y además la de todo el trabajo empleado en manufacturarlas.

Segundo, porque los productos del cultivo, generalmente hablando, son de menos duracion y mas difícil conservacion que los de la industria. Muchos de ellos están expuestos á corrupcion si no se consumen en un breve tiempo, como las hortalizas, las legumbres verdes, las frutas, etc., y los que no, están expuestos á mayores riesgos y averías así en su conservacion como en su transporte. Tercero, porque la industria es movible, y la agricultura estable é inmoble; aquélla puede trasterminar pasando de un lugar á otro, y ésta no. La primera, por decirlo así, establece y fija los mercados que debe buscar la segunda. Así se ve que la industria, atenta siempre á los movimientos de los consumidores, los sigue como la sombra al cuerpo, se coloca junto á ellos y se acomoda á sus caprichos, mientras tanto que la agricultura, atada á la tierra y sin poderlos seguir á parte alguna, desmaya en su lejania ó perece enteramente con su ausencia. Con esto queda suficientemente demostrada la necesidad de mejorar los caminos interiores de nuestras provincias, los exteriores que comunican de unas á otras y los generales que cruzan desde el centro á los extremos y fronteras del reino y á los puertos de mar por donde se pueden extraer nuestros frutos, necesidad que ha sido siempre mas confesada que atendida entre nosotros.

Por tierra

Ni cuando se trata de remover por este medio los estorbos de la circulacion debe entenderse que bastará abrir á nuestros frutos alguna comunicacion cualquiera, sino que es necesario facilitar el transporte cuanto sea posible. No basta muchas veces franquear un camino de herradura á la circulacion de una provincia ó un distrito, porque siendo la conduccion á lomo la mas dispendiosa de todas sucederá que, á poco que esté distante el mercado ó punto de consumo, el precio de los portes encarezca tanto sus frutos que los haga invendibles, y en tal caso está indicada la necesidad de una carretera para abaratarlos.

Los hechos confirmarán esta observacion. El mayor consumo, por ejemplo, del vino de Castilla de los fértiles territorios de Rueda, la Nava y la Seca se hace en el principado de Astúrias, y no habiendo camino carreteril entre estos puntos el precio ordinario de su conduccion á lomo es de ochenta reales en carga, lo que hace subir estos vinos, tan baratos en el punto de su cultivo, desde treinta y seis á treinta y ocho reales la arroba en el de su consumo, á los cuales agregado el millon que se carga sobre su último valor, resulta un precio total de cuarenta y cuatro á cuarenta y seis reales arroba, que es el corriente en Astúrias. De aquí es que, á pesar de la preferencia que en aquel país húmedo y fresco se da á los vinos secos de Castilla, todavia se despachan mejor los de Cataluña que alguna vez arriban á sus puertos, y no seria mucho que con el tiempo desterrasen del todo los vinos castellanos y arruinasen su cultivo.

Mas: el trigo comprado en el mercado de Leon tiene en la capital y puertos de Astúrias de veinte á veinticuatro reales de sobreprecio en fanega, porque el precio ordinario de los portes entre estos puntos es de cinco á seis reales arroba, siendo así que solo distan veinte leguas. Prescindiendo, pues, del bien que haria á la provincia consumidora un buen camino carreteril, es claro que sin él no puede prosperar la cultivadora, cuyos frutos sobrantes solo pueden consumirse en la primera y ser extraídos por sus puertos.

De aquí se infiere también que cuando algun distrito se hallare tan retirado de los puntos de consumo que el precio de conduccion en ruedas haga todavia invendibles sus frutos, la razon y la equidad exigen que se les proporcione una comunicacion por agua, ya franqueando la navegacion de alguno de sus rios, ya abriéndola por medio de un canal si posible fuere, puesto que el Estado debe á todos sus miembros los medios necesarios á su subsistencia, doquiera que estuvieren situados.

El estado presente de nuestra poblacion recomienda tanto mas esta máxima cuanto los grandes puntos de consumo están mas dispersos y ni se dan la mano entre sí ni con las provincias cultivadoras. La Corte, colocada en el centro; Sevilla, Cádiz, Málaga, Valencia, Barcelona y en general las ciudades mas populosas, retiradas á los extremos extienden los radios de la circulacion á una circunferencia inmensa, y llamando continuamente los frutos hácia ella hacen las conducciones lentas, difíciles y por consiguiente muy dispendiosas. No bastan por lo mismo para la prosperidad de nuestro cultivo los medios ordinarios de conduccion, y es preciso aspirar á aquellos que, por su facilidad y gran baratura, enlazan todos los territorios y distritos y los acercan, por decirlo así, á los puntos de consumo mas distantes; y entonces este auxilio, que pondrá en actividad el cultivo de los últimos rincones del reino, que dará á cada uno los medios de promover su felicidad y que difundirá la abundancia por todas partes, servirá al mismo tiempo para repartir mas igualmente la poblacion y la riqueza, hoy tan monstruosamente acumuladas en el centro y los extremos.

Pero siendo imposible hacer todas estas obras á la vez, parece que nada importa mas, como ya hemos advertido, que establecer el órden con que deben ser emprendidas, el cual, á poco que se reflexione, se hallará indicado por la naturaleza misma de las cosas. La Sociedad hará todavia en este punto algunas observaciones.

Primera: que nunca se debe perder de vista que las obras necesarias son preferibles á las puramente útiles, pues además que la necesidad envuelve siempre la utilidad, y una utilidad mas cierta, es claro, como se ha dicho ya, que son mas acreedores á los auxilios del gobierno los que los piden para subsistir que los que los desean para prosperar.

Segunda: que la primera atencion se debe sin duda á los caminos, pues aunque no puede negarse que los canales de navegacion ofrecen mayores ventajas en los transportes, es necesario presuponer facilitada por medio de los caminos la circulacion general de los distritos para que los canales que han de atravesarlos produzcan el beneficio á que se dirigen. Y como, por otra parte, el coste de los canales sea mucho mayor que el de los caminos, pide también la buena economia que los fondos destinados á estas empresas, nunca suficientes para todas, prefieran aquellas en que con menos dispendio se proporcione un beneficio mas extendido y general.

Sin embargo, esta regla admite una excepcion en favor de los canales que sirven á la navegacion y al riego, si éste se hallase recomendado por la necesidad de alguna provincia ó territorio que no puede subsistir sin él, puesto que entonces merecerá la preferencia por este solo título.

Esta máxima se perdió de vista en tiempo del señor Don Carlos I y de su augusto hijo: cuando España carecia de caminos y mientras por falta de ellos estaba en decadencia y ruina el cultivo de muchas provincias, se comenzó á promover con gran calor la navegacion de los rios y canales38. á esta época pertenecen las empresas de la acequia imperial, de las navegaciones del Guadalquivir y el Tajo, de los canales del Jarama y Manzanares y otras semejantes, cuyos desperdicios, mejor empleados, hubieran dado un grande impulso á la prosperidad general.

Tercera: parece asimismo que, tratando de caminos, se debe mas atencion á los interiores de cada provincia que no á sus comunicaciones exteriores, porque dirigiéndose éstas á facilitar la exportacion de los sobrantes del consumo interior de cada una, primero es establecer aquéllas sin las cuales no puede haber tales sobrantes, que no las que los suponen.

También nosotros olvidamos esta máxima cuando en el anterior reinado, y á consecuencia del Real Decreto de 10 de junio de 1761, emprendimos con mucho celo el mejoramiento de los caminos. El órden señalado entonces fué construir primero los que van desde la Corte á los extremos, después los que van de provincia á provincia y al fin los interiores de cada una, pero no se consideró que la necesidad y una utilidad mas recomendable y segura indicaban otro órden enteramente inverso, que era primero restablecer el cultivo interior de cada provincia, y por consiguiente de todo el reino, que pensar en los medios de su mayor prosperidad, y que serian inútiles estas grandes comunicaciones mientras tanto que los infelices colonos no podian penetrar de pueblo á pueblo ni de mercado á mercado sino á costa de apurar su paciencia y las fuerzas de sus ganados, ó al riesgo de perder en un atolladero el fruto de su sudor y la esperanza de su subsistencia.

Cuarta: la justicia de este órden pide también que no se emprendan muchos caminos á la vez si acaso no hubiese fondos suficientes para concluirlos, y que siendo constante que un camino emprendido para establecer la comunicacion entre dos puntos no puede ser de utilidad alguna hasta que los haya unido, es claro que vale mas concluir un camino que empezar muchos, y que darán mas utilidad, por ejemplo, veinte leguas de una comunicacion acabada que no ciento de muchas por acabar.

Tampoco fue observada esta máxima cuando, en ejecucion del decreto ya citado de 1761, se emprendieron á la vez los grandes caminos de Andalucia, Valencia, Cataluña y Galicia, tirados desde la Corte, á que se agregaron después los de Castilla la Vieja, Astúrias, Murcia y Extremadura. Lo que sucedió fué que, siendo insuficiente el fondo señalado para tan grandes empresas, hubiesen corrido ya mas de treinta años sin que ninguno de aquellos caminos haya llegado á la mitad.

En esta parte hasta los buenos ejemplos suelen ser perniciosos. Los romanos emprendieron todos los caminos de su vasto imperio, y lo que es todavia mas admirable, los acabaron, llevándolos desde la plaza de Antonino, en Roma, hasta lo interior de Inglaterra, de una parte, y hasta Jerusalén de la otra; pero tan anchos, tan firmes y magníficos que sus grandes restos nos llenan todavia de justa admiracion. Las naciones modernas quisieron imitarlos, pero no teniendo los mismos medios ó no queriendo adoptarlos afligieron á los pueblos sin poderles comunicar tan grande beneficio.

Con todo, esta regla admite una justa excepcion en favor de aquellos caminos que las provincias construyen á su costa, porque entonces no puede haber inconveniente en que los emprendan en cualquiera tiempo con tal que observen la regla anteriormente prescrita, esto es que no piensen en comunicaciones exteriores hasta que hayan mejorado sus caminos internos.

Quinta: siendo, pues, necesario fijar el órden de las empresas, y debiendo empezarse por las mas necesarias, es de la mayor importancia graduar esta necesidad, la cual, aunque parezca indicada por la naturaleza misma de los estorbos que se oponen á la circulacion, no puede dejar de someterse á otras consideraciones, y principalmente á la de la mayor ó menor extension de su provecho. Es decir que entre dos caminos igualmente necesarios será digno de preferente atencion aquel que ofrezca al Estado mayor utilidad y socorra á mayor número de individuos.

La Sociedad citará un ejemplo para dar mayor claridad y fuerza á su doctrina. á la mitad de este siglo el fértil territorio de Castilla se hallaba en extrema necesidad de comunicaciones; su antiguo comercio habia pasado á Andalucia, y arruinada por consiguiente su industria se hallaban arruinadas y casi yermas las grandes ciudades, que consumian los productos del cultivo. ¿Dónde llevaria esta infeliz provincia el sobrante de sus frutos? ¿A Castilla la Nueva? Pero el puerto de Guadarrama estaba inaccesible á los carros. ¿Al mar Cantábrico, para embarcarlos á las provincias litorales de Mediodia y Levante? Pero las ramas del Pirineo, interpuestas desde Fuenterrabia á Finisterre, les cerraban también el paso. En esta situacion, la residencia de la Corte en Madrid dio la preferencia al camino de Guadarrama, y con mucha justicia porque al mismo tiempo que socorria una necesidad mas urgente ofrecia una utilidad mas extendida, uniendo los dos mayores puntos de cultivo y consumo.

Sin embargo, el remedio no igualaba la necesidad. Castilla, en años abundantes, no solo puede abastecer á la Corte sino también exportar muchos granos á otras provincias ó al extranjero. Con esta mira se abrieron los caminos de Santander, Vizcaya y Guipúzcoa, que les dio paso al Océano, y el cultivo de Castilla recibió un grande impulso.

¿Y quién creerá que aun así no quedó socorrida del todo su necesidad? Las conducciones por tierra encarecen demasiado los frutos y todavia en igualdad de precios llegarán mas baratos á Santander los granos extranjeros conducidos por agua que los de Castilla por tierra39. Aunque la fanega de trigo se vendiese en Palencia á seis reales, como sucedió, por ejemplo, en 1757, su precio en Santander seria de veintidós reales, sin embargo de ser el punto mas inmediato. ¿Y cuál seria allí el de los trigos de Campos, tanto mas distantes? Hé aquí lo que basta para justificar la empresa del canal de Castilla, cuando no lo estuviese por el objeto del riego, que tanto la recomienda.

Este canal en todo su proyecto se extiende al territorio de Campos y á gran parte del reino de León, y seguramente presenta la mas importante y gloriosa empresa que puede acometer la nacion. Supóngase esta comunicacion tocando por una parte con la falda del Guadarrama, y por otra con Reinosa y León. Supóngase abierto un camino carretil al mar de Astúrias, que es el mas inmediato á este punto y á los fértiles países que abraza del Bierzo, La Bañeza, Campos, Zamora, Toro y Salamanca, y se verá cómo una mas activa y general circulacion anima el cultivo, aumenta la poblacion y abre todas las fuentes de la riqueza en dos grandes territorios, que son los mas fértiles y extendidos del reino, así como los mas despoblados y menesterosos.


Por agua

¿Y qué seria si el Duero multiplicase y extendiese los ramos de esta comunicacion por los vastos territorios que baña? ¿Qué si ayudado del Eresma venciese los montes en busca del Lozoya y del Guadarrama, y unido al Tajo por medio del Jarama y Manzanares llevase, como en otro tiempo40, nuestros frutos hasta el mar de Lisboa? ¿Qué seria si el Guadarrama, unido al Tajo, después de dar otro puerto á la Mancha y Extremadura en el mar de Occidente, subiese por el Mediodia hasta los orígenes del Guadalquivir y fuese á encontrar en Córdoba las naves que podian, como otras veces, subir allí desde Sevilla? ¿Qué si el Ebro41 tocando por una parte en Los Alfaques y por otra en Laredo comunicase al Levante las producciones del Norte y uniese nuestro Océano Cantábrico con el Mediterráneo? ¿Qué, en fin, si los caminos, los canales y la navegacion de los rios interiores, franqueando todas las arterias de esta inmensa circulacion, llenasen de abundancia y prosperidad tantas y tan fértiles provincias? La Sociedad, sin dejarse deslumbrar por las esperanzas de tan gloriosa perspectiva, pasará á examinar el último de los estorbos físicos cuya remocion puede realizarlas, esto es, de los puertos de mar.

-III-
Falta de puertos de comercio

Entre las ventajas de situacion que gozan las naciones, sin duda que en el presente estado de la Europa ninguna es comparable con la cercania del mar. Unidas por su medio á los mas remotos continentes, al mismo tiempo que su industria es llamada á proveer una suma inmensa de necesidades, se extiende la esfera de sus esperanzas á la participacion de todas las producciones de la tierra. Y si se atiende al prodigioso adelantamiento en que está el arte de la navegacion en nuestros dias, parece que solo la ignorancia ó la pereza pueden privar á los pueblos de tantos y tan preciosos bienes.

Es verdad que semejante ventaja suele andar compensada con grandes dificultades si, de una parte, la furia de aquel elemento amenaza á todas horas las poblaciones que se le acercan, por otra los altos precipicios y las playas inclementes que lo rodean, y que parecen destinados por la naturaleza para refrenarlo ó para señalar sus riesgos, dificultan su comunicacion ó la hacen intratable. Pero, ¿quién no ve que en esta misma dificultad halla un nuevo estímulo el deseo del hombre, que llamado ora á proveer á su seguridad, ora á extender la esfera de su interés, se ve como forzado continuamente á triunfar de tan poderosos obstáculos? Ello es, Señor, que el engrandecimiento de las naciones, si no siempre, ha tenido muchas veces su origen en esta ventaja, y que ninguna que sepa aprovecharla dejará de hallar en ella un principio de opulencia y de prosperidad.

España ha sido, en este como en otros puntos, muy favorecida por la naturaleza. Fuera de las ventajas de su clima y suelo, tiene la de estar bañada por el mar en la mayor parte de su territorio. Situada entre los dos mas grandes golfos del mundo, y colocada, por decirlo así, sobre la puerta por donde el Océano entra al Mediterráneo, parece llamada á la comunicacion de todas las playas de la tierra. Y si á esto se agrega la posesion de sus vastas y fértiles colonias de Oriente y Occidente, que debió á la misma ventaja, no podrémos desconocer que una particular providencia la destinó para fundar un grande y glorioso imperio.

¿Cómo es, pues, que en tan feliz situacion hemos olvidado uno de los medios mas necesarios para llegar á este fin? ¿Cómo hemos desatendido tanto la mejora de nuestros puertos, sin los cuales es del todo vana é inútil aquella gran ventaja? Apenas hay uno que no se halle tal cual salió de las manos de la naturaleza, y si bien es verdad que nos concedió algunos de singular excelencia y situacion, ¿cuántos son los que claman por los auxilios y mejoras del arte? ¿Cuántas provincias marítimas, y al mismo tiempo industriosas, carecen, por falta de un buen puerto, del beneficio de la navegacion y de todos los bienes dependientes de ella? ¿Y cómo no se hallará en esta falta uno de los estorbos que mas poderosamente retardan la prosperidad de nuestra agricultura?
La Sociedad no necesita recordar que este objeto, tan recomendable con respecto á la industria, lo es mucho mas con respecto al cultivo. Ha dicho ya que la industria sigue naturalmente á los consumidores y se sitúa á par de ellos, mientras el cultivo no puede buscar sus ventajas, sino esperarlas inmóvil.

Por otra parte, si todas las provincias pueden ser industriosas, no todas pueden ser cultivadoras; es preciso que en unas abunden los frutos que escasean en otras, es preciso que el sobrante de las primeras acuda á socorrer á las segundas, y solo de este modo el sobrante de todas podrá alimentar aquel comercio activo que es el primer objeto de la ambicion de los gobiernos.

Es, pues, necesario, si aspiramos á él, mejorar nuestros puertos marítimos y multiplicarlos, y facilitando la exportacion de nuestros preciosos frutos dar el último impulso á la agricultura nacional. Cuando la circulacion interior, produciendo la abundancia general, haya aumentado y abaratado las subsistencias y por consiguiente la poblacion y la industria, y multiplicado los productos de la tierra y del trabajo y alimentado y avivado el comercio interior, entonces la misma superabundancia de frutos y manufacturas que forzosamente resultará nos llamará á hacer un gran comercio exterior y clamará por este auxilio, sin el cual no puede ser conseguido.

En este punto, que podria dar materia á muy extendidas reflexiones, se contentará la Sociedad con presentar á la sabia consideracion de Vuestra Alteza dos que le parecen muy importantes. Primera, que es absolutamente necesario combinar estas comunicaciones exteriores con las interiores, y las obras de canales, rios y caminos con las de puertos. Esta máxima no ha sido siempre muy observada entre nosotros. Es muy común ver un buen puerto sin comunicacion alguna interior, y buenas comunicaciones sin puertos. El de Vigo, por ejemplo, que tal vez es el mejor de España, con la ventaja de estar contiguo á un reino extraño, no tiene camino alguno tratable á lo interior. Castilla la Vieja tiene camino al mar mas há de cuarenta años y ahora es cuando se trata de mejorar el puerto de Santander, y el principado de Astúrias, que entre medianos y malos tiene mas de treinta puertos, no tiene comunicacion alguna de ruedas con el fértil reino de León. Así es como se malogran las ventajas de la circulacion, por la inversion del órden con que debe ser animada.

Segunda, que después de facilitar las exportaciones por medio de la multiplicacion y mejora de los puertos es indispensable animar la navegacion nacional removiendo todos los estorbos que la gravan y desalientan: las malas leyes fiscales, los derechos municipales, los gremios de mareantes, las matrículas, la policia y mala jurisprudencia mercantil y, en fin, todo cuanto retarda el aumento de nuestra marina mercante, cuanto dificulta sus expediciones, cuanto encarece los fletes y cuanto, haciendo ineficaces los demás estímulos y ventajas, aniquila y destruye el comercio exterior.

Tales son, Señor, los medios de animar directamente nuestro cultivo, ó por mejor decir, de remover los estorbos que la naturaleza opone á su prosperidad. Conocemos que su ejecucion es muy difícil y menos dependiente del celo de Vuestra Alteza. Para vencer los estorbos políticos basta que Vuestra Alteza hable y derogue; los de opinion cederán naturalmente á la buena y útil enseñanza, como las tinieblas á la luz; mas para luchar con la naturaleza y vencerla son necesarios grandes y poderosos esfuerzos, y por consiguiente grandes y poderosos recursos que no siempre están á la mano. Resta, pues, decir, alguna cosa acerca de ellos.

Medios de remover estos estorbos

Cuando se considera, de una parte, los inmensos fondos que exigen las empresas que hemos indicado, y de otra que una sola, un puerto por ejemplo, un canal, un camino, es muy superior á aquella porcion de la renta pública que suele destinarse á ellas, parece muy disculpable el desaliento con que son miradas en todos los gobiernos. Y como estos fondos en último sentido deban salir de la fortuna de los individuos, parece también que es inevitable la alternativa ó de renunciar á la felicidad de muchas generaciones por no hacer infeliz á una sola, ó de oprimir á una generacion para hacer felices á las demás.

Sin embargo, es preciso confesar que si las naciones hubiesen aplicado á un objeto tan esencial los recursos que han empleado en otros menos importantes, no habria alguna, por pobre y desdichada que fuese, que no lo hubiese llevado al cabo, puesto que su atraso no tanto proviene de la insuficiencia de la renta pública cuanto de la injusta preferencia que se da en su inversion á objetos menos enlazados con el bienestar de los pueblos, ó tal vez contrarios á su prosperidad.

Para demostrar esta proposicion bastaria considerar que la guerra forma el primer objeto de los gastos públicos, y aunque ninguna inversion sea mas justa que la que se consagra á la seguridad y defensa de los pueblos, la Histona acredita que para una guerra emprendida con este sublime fin hay ciento emprendidas ó para extender el territorio ó para aumentar el comercio, ó solo para contentar el orgullo de las naciones. ¿Cuál, pues, seria la que no estuviese llena de puertos, canales y caminos, y por consiguiente de abundancia y prosperidad, si adoptando un sistema pacífico42 hubiese invertido en ellos los fondos malbaratados en proyectos de vanidad y destruccion?

Y sin hablar de este frenesí, ¿qué nacion no habria logrado las mas estupendas mejoras solo con aplicar á ellas los fondos que desperdician en socorros y fomentos indirectos y parciales dispensados al comercio, á la industria y á la agricultura misma, y que por la mayor parte son inútiles, si no dañosos? ¿Por ventura puede haber un objeto cuya utilidad sea comparable ni en extension, ni en duracion, ni en influencia á la utilidad que producen semejantes obras? En esta parte se debe confesar que España, acaso mas generosa que otra alguna cuando se trata de promover el bien público, ha sido no menos desgraciada en la eleccion de los medios.

Esta ilusion es tan general y tan manifiesta que se puede asegurar también sin el menor recelo que ninguna nacion careceria de los puertos, caminos y canales necesarios al bienestar de sus pueblos solo con haber aplicado á estas obras necesarias y útiles los fondos malbaratados en obras de pura comodidad y ornamento. Vea aquí Vuestra Alteza otra mania que el gusto de las Bellas Artes ha difundido por Europa. No hay nacion que no aspire á establecer su esplendor sobre la magnificencia de las que llaman obras públicas, que en consecuencia no haya llenado su Corte, sus capitales y aun sus pequeñas ciudades y villas de soberbios edificios, y que mientras escasea sus fondos á las obras recomendadas por la necesidad y el provecho no los derrame pródigamente para levantar monumentos de mera ostentacion, y lo que es mas, para envanecerse con ellos.

La Sociedad, Señor, está muy léjos de censurar el gusto de las Bellas Artes, que conoce y aprecia, ó la proteccion del gobierno, de que las juzga muy merecedoras. Lo está mucho mas de negar á la arquitectura el aprecio que se le debe, como á la mas importante y necesaria de todas. Lo está, finalmente, de graduar por una misma pauta la exigencia de las obras públicas en una Corte ó capital y en un aldeorrio. Pero no puede perder de vista que el verdadero decoro de una nacion, y lo que es mas, su poder y su representacion política, que son las bases de su esplendor, se derivan principalmente del bienestar de sus miembros, y que no puede haber un contraste mas vergonzoso que ver las grandes capitales llenas de magníficas puertas, plazas, teatros, paseos y otros monumentos de ostentacion mientras por falta de puertos, canales y caminos está despoblado y sin cultivo su territorio, yermos y llenos de inmundicia sus pequeños lugares, y pobres y desnudos sus moradores.

Concluyamos de aquí que los auxilios de que hablamos deben formar el primer objeto de la renta pública, y que ningún sistema podrá satisfacer mas bien no solo las necesidades sino también los caprichos de los pueblos que el que los reconozca y prefiera por tales, pues mientras los fondos destinados á otros objetos de inversion son por la mayor parte perdidos para el provecho común, los invertidos en mejoras son otros tantos capitales puestos á logro, que aumentando cada dia y á un mismo tiempo, y en un progreso rapidísimo, las fortunas individuales y la renta pública, facilitan mas y mas los medios de proveer á las necesidades Reales, á la comodidad y al ornamento y aun á la vanidad de los pueblos.




Máster de Secundaria: GEOGRAFÍA E HISTORIA. COLECCIÓN FORMACIÓN DEL PROFESORADO DE SECUNDARIA. Editorial Graó-Ministerio de Educación

SOBRE PABLO DE OLAVIDE


Sin duda alguna, uno de los personajes más curiosos de la segunda mitad del Dieciocho español es Pablo de Olavide. Si hasta hace poco era enfocado en su labor colonizadora, la crítica actual destaca su actuación en los terrenos de la beneficiencia social, de la reforma agraria, de la organización municipal, de la renovación teatral y de la modernización de la enseñanza (la "primera reforma universitaria moderna" en España). Pero veamos la pintoresca historia de este criollo ilustrado, cuyo nombre se puso en 1997 a la segunda universidad de Sevilla.


HISTORIA DE LA BANDERA ESPAÑOLA

Aquí tenéis un interesante enlace donde podréis ver la evolución de la bandera española hasta nuestros días. Fijaos sobre todo en cómo ha evolucioado el escudo conforme han pasado casas reales y sistemas de gobierno.

http://www.fuenterrebollo.com/Republica/banderas-espana.html

LA GUERRA EN EL XVIII



En estos dos videos podréis comprobar cómo fueron las batallas de la segunda mitad del Dieciocho. La primera escena corresponde a "Barry Lyndon" y la segunda a "El Patriota".

EL PORQUÉ DE LA GUERRA DE SUCESIÓN

Además de los motivos políticos de los que hemos hablado en clase (las potencias europeas no podían permitir la unión hegemónica entre España y Francia), y comerciales (intereses de potencias como Holanda, Inglaterra o Portugal), recordad que hemos hablado de derechos dinásticos. Para comprenderlos, aquí os dejo este árbol genealógico (clica en él para ampliarle):

Por encima de todo ello, lo cierto es que Carlos II en su testamento dejó como heredero a Felipe, Duque de Anjou. Con todo, la cuestión más importante que hay que plantearse es la siguiente:

¿QUÉ MODELO POLÍTICO SE QUERÍA PARA LA MONARQUÍA ESPAÑOLA?

1) ¿UN MODELO PACTISTA, CONTINUANDO CON LA TRADICIÓN ANTERIOR, Y REPRESENTADO EN EL BANDO AUSTRACISTA (ARCHIDUQUE CARLOS)?
o...
2) ¿UN MODELO CENTRALISTA, ROMPIENDO CON LA TRADICIÓN ANTERIOR, Y REPRESENTADO EN EL BANDO BORBÓNICO (FELIPE DE ANJOU)?

A ESTAS PREGUNTAS SE RESPONDERÍA EN EL CAMPO DE BATALLA, DONDE COMO YA HEMOS VISTO, LAS POTENCIAS INTEGRANTES DE LA ALIANZA DE LA HAYA TENDRÍAN MUCHO QUE DECIR... Y QUE GANAR TRAS UTRECHT (1713) Y RANSTADT (1714)




Máster de Secundaria: GEOGRAFÍA E HISTORIA. COLECCIÓN FORMACIÓN DEL PROFESORADO DE SECUNDARIA. Editorial Graó-Ministerio de Educación

¿OS ACORDÁIS DE ESTO...?

Se trata del billete de nuestras añoradas pesetas. Este diseño, vigente hasta la entrada del Euro, representa a un personaje de la Historia de España. Al primero que acierte de qué personaje se trata, recibirá un pequeño obsequio muy útil para este curso...
Pista: fijaos en lo que está haciendo...

ÁRBOL GENEALÓGICO DE LA FAMILIA REAL

Este es el enlace del árbol genealógico interactivo que empleo en clase. Lo podéis emplear para repasar monarcas y fechas, es muy útil http://www.casareal.es/familia/arbol-ides-idweb.html

EL PALACIO REAL DE LA GRANJA VUELVE AL ESPLENDOR DEL REINADO DE FELIPE V

Patrimonio Nacional ha llevado a cabo una restauración en los Jardines que aporta una solución para más de 150 años
Juana Hita - San Ildefonso, El Adelantado de Segovia

Patrimonio Nacional ha concluido la restauración integral del Palacio Real de La Granja, que devuelve al inmueble y a sus Jardines el esplendor del reinado de Felipe V. El presidente de Patrimonio Nacional, Yago Pico de Coaña y de Valicourt, acompañado del alcalde de La Granja, José Luis Vázquez, y responsables de diferentes departamentos del organismo nacional, presentó ayer los trabajos que se han llevado a cabo en los dos últimos años en los Jardines y en el Palacio, que son visitados al año por un millón de personas. En los Jardines Reales ha finalizado la intervención más ambiciosa en futuro llevada a cabo por Patrimonio Nacional, “convirtiéndose en la restauración más importante de Europa ejecutada en un jardín histórico”, afirmó su presidente.

“La labor realizada por los responsables de este organismo ha frenado el deterioro de un jardín que está a punto de cumplir 300 años, y ha asegurado su supervivencia para un horizonte de más de 150 años”, añadió. El especialista en jardines de Patrimonio, Ángel Muñoz, explicó durante la exposición de las actuaciones, que se han plantado 1.000 árboles, 38.000 plantas tapizantes de suelo y 10.000 plantas de seto, con una inversión de dos millones de euros, “que han permitido que los Jardines de La Granja recuperen el aspecto que tenían en la época de su fundación”.

Estos Jardines tienen más de 12.000 árboles en alineación, 70.000 ejemplares de especies vegetales y 30 kilómetros de seto. Todo ello entre sus 26 fuentes con más de medio centenar de estatuas. Para la restauración de 10 hectáreas, de las 146 que conforman los jardines y bosques, ha sido necesaria la intervención de un equipo multidisciplinar formado por más de 40 personas, entre ingenieros, arquitectos, veterinarios, biólogos, jardineros e historiadores. Hace más de dos años, los estudios realizados por las universidades Politécnica y Complutense determinaron que los Jardines de La Granja, pese a su majestuosidad, se morían. La vida que le quedaban al jardín no iba más allá de 70 años. Las praxis inadecuadas empleadas durante décadas, como la introducción en el bosque de árboles tipo conífera de fuerte caracter invasivo, la reposición de marras como restauración para salir del paso, o los suelos afectados por las escorrentías, son algunos de los más graves problemas del jardín histórico del Real Sitio, levantado en 1783. Ante tal estado de deterioro, Patrimonio Nacional ha acometido las actuaciones necesarias, que podrán ser contempladas por el público desde este fin de semana, desde la zona conocida como La Canal, que ocupa diez hectáreas, dentro de un ambicioso plan que en su totalidad contempla un horizonte de entre 10 y 15 años más.
La construcción del Palacio Real de La Granja fue iniciada en 1720 por Teodoro Ardemans, con intervenciones posteriores de Procaccini, Juvarra y discípulos de ambos. Está compuesto de un cuerpo central con cuatro alas adosadas que forman patios orientados hacia el norte y sur, y cuenta con dos plantas, la principal y la baja, también denominada Galería de Estatuas, por se la que diera cobijo a la colección de escultura de la reina Cristina de Suecia, adquirida con posterioridad por Felipe V e Isabel de Farnesio, y que en la actualidad forma parte de los fondos del Museo del Prado. Con motivo de la conmemoración del centenario de la instauración de la dinastía Borbón con el Rey Felipe V en el año 2000, se llevó a cabo una profunda restauración de ambas plantas del Palacio, en especial de su planta principal, en la cual se recuperaron decoraciones y usos originales de la época.