El ex dirigente comunista Santiago Carrillo no quiso ponerse la famosa peluca que llevaba cuando fue detenido en 1976 por la policía y que ayer le devolvió en un acto simbólico el entonces ministro de la Gobernación, Rodolfo Martín Villa: «Ni hablar del peluquín»", dijo el ex líder del PCE.
La devolución de la peluca se produjo en una pequeña sala del Ministerio del Interior abarrotada de fotógrafos, periodistas, la plana mayor del Departamento y algunos de los protagonistas de aquel 22 de diciembre de 1976, día en que Carrillo fue detenido después de haber entrado clandestinamente en España desde Francia.
El ministro Jaime Mayor Oreja, quien no dudó en calificar el objeto capilar como «uno de los símbolos de la transición a la democracia»", explicó que había decidido convocar el acto con «tranquilidad, alegría y humor», nada más enterarse de que la peluca permanecía aún en la Jefatura de Policía de Madrid.
Rodolfo Martín Villa cogió entonces una caja de cartón envuelta en papel de regalo y se la entregó a Santiago Carrillo.
Sin embargo, cuando Carrillo abrió la caja se encontró con algunas cosas más, aparte de la peluca: una bata blanca, unos bigotes postizos y una barba, efectos que aseguró que no eran suyos.
Inmediatamente, los fotógrafos le pidieron que se pusiera la peluca, que sí reconoció como propia, pero él se negó en redondo: «Ni hablar del peluquín», dijo.
«No me voy a poner la peluca porque no he venido a hacer teatro –explicó Carrillo–. Es un acto que en la situación actual de tensión demuestra que todavía quedan algunas gentes, en el Gobierno y en la oposición, que tienen sentido del humor».
Carrillo señaló que «las pelucas ya no son necesarias» "en España puesto que ahora «los adversarios políticos ya no somos enemigos, podemos ser amigos».
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