LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA: CRÓNICA MUSULMANA E HISTORIOGRAFÍA MODERNA


“Este año [609/1212] ocurrió la batalla de Las Navas de Tolosa, que motivó la ruina de al Ándalus, hasta todavía hoy. El emir de los creyentes al-Nasir se dirigió al país del maldito Alfonso [VIII] con gran ejército de musulmanes. El ‘tirano’ [Alfonso VIII] se había preparado contra él, reuniendo a toda la gente de Castilla y otras tropas de los demás reinos cristianos que rodean la Península por todos lados. Se encontraron ambas partes en el lugar llamado ‘al-Iqab’ [Las Navas]; la victoria se inclinó primero hacia los musulmanes, aunque los almohades no se esforzaron en esta campaña ni pusieron en ella buena fe (...). Cuando el ‘Barcelonés’ [rey de Aragón] se unió a Alfonso con tres mil jinetes, las tropas musulmanas iniciaron la huida y la derrota cayó sobre ellos”.

Bayan. V.
IBN IDHARI

La batalla se rindió el día 16 de julio de 1212, y los cristianos utilizaron la misma táctica que los almohades habían empleado por primera vez en Alarcos (1195). El Miramamolín (emir Al-Muminin, o sea, emir de los creyentes) almohade huyó a uña de caballo, y aquella misma noche llegó a Jaén. El botín cogido por los cristianos es incalculable. Basta señalar que el precio del oro se hundió inmediatamente en las ferias de Champaña y que el rey Sancho I el fuerte se convirtió a partir de esa batalla en el más acaudalado banquero del mundo occidental. Sus fabulosos préstamos se hicieron a base de oro cogido en esa batalla.
Si económicamente la batalla fue un desastre para el mundo musulmán, desde el punto de vista demográfico prácticamente desapareció su ejército. Las cifras que dan los cronistas cercanos a los acontecimientos son muy dispares, pero parece que murieron entre cien mil y ciento cincuenta mil soldados musulmanes. Aunque no se conocen los efectivos numéricos del ejército musulmán, es evidente que las bajas sufridas fueron casi el total de las gentes capaces de llevar armas.
Una masa tan considerable de cadáveres insepultos, sobre los que actuó el calor andaluz del verano, produjeron inmediatamente una epidemia de disentería, que impidió a los cristianos ocupar todo el reino musulmán. Es más, las escasas ciudades que tomaron inmediatamente, o que quedaron vacías por la huída de los musulmanes (Úbeda, Baeza), se tuvieron que abandonar. Sólo faltó que el siguiente año 1213 fuese de sequía, escasez y hambre para que la consecuencia lógica del éxito de las Navas de Tolosa no pudiese llevarse a efecto.

Introducción a la Historia de España
Antonio Ubieto Arteta. Barcelona, 1980

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